martes, 7 de octubre de 2008

Geriátricos de concentración


Desde que Abel Ortiz dejó de publicar en su blog Abajo el trabajo, la ronda de lecturas matutinas ya no es lo mismo. Hoy recuperamos sin permiso una de sus antiguas entradas. Publicada el miércoles 22 de septiembre de 2004.

Geriátricos de concentración

La visita a un geriátrico, antes asilo, sigue siendo una experiencia desagradable aun en el mejor de los casos. El culto a la fuerza, a la juventud, tan Mussoliniano, la reverencia al citius, altius, fortius, tan olímpico y aristocrático, nos hacen segregar a nuestr@s ancian@s, nuestr@s viej@s. Aquello de vive deprisa muere joven y tendrás un bonito cadáver caló en la conciencia de los aventureros, los hombres de acción, los amantes de la velocidad y de las maquinas, los futuristas, los fascistas. Siempre serían jóvenes y fuertes, siempre representarían la potencia inseminadora que en la iconografía se presentaba con erguidos garrotes o esplendorosos campos de trigo a la espalda de musculosos campesinos, felices con il Duce, y guapas campesinas, también jóvenes, entregadas al trabajo patriótico, a dar hijos al fascio para las guerras que proyectaban contra pueblos más débiles, más pobres. Nuestr@s viej@s, la mayoría, malviven en pisos inmundos, hacinad@s, desposeid@s de la dignidad de personas, infantilizad@s, vegetalizad@s. Nadie cree que sirvan para nada, nadie cree que merezcan otro trato. Para muchos no pasan de ser unidades de gasto en las estadísticas. Alguna vez sacamos en los periódicos a nuestr@s abuel@s y nos enorgullecemos de que fueron ell@s quienes liberaron Paris, quienes nos dieron de comer durante decenios, quienes construyeron el valle de los caídos en pelotones de castigo, quienes escribieron los libros que ahora leemos y construyeron muchas de las casas en las que vivimos. Al día siguiente todo se olvida y vuelven a sus guetos donde se considera que al fin y al cabo no son más que viej@s que esperan la muerte viendo la tele en la salita de un tugurio regentada en muchos casos por buitres mafiosos que solo entienden de dinero. Cierto es que muchas de las mujeres que cuidan a nuestros viej@s, casi siempre son mujeres, trabajan más y mejor que los hombres, como es habitual, ponen en su trabajo infinitamente más que la miseria que reciben como salario. Intentan, sin medios y entre la incomprensión generalizada, paliar el escandaloso desastre en el que hemos convertido nuestra sociedad estratificada. Si continuamos por este camino, nada indica que algo vaya a cambiar, la vejez seguirá siendo aquello que más desprecian l@s jóvenes que viven deprisa, acelerando el coche con el volumen del bacalao tan alto que no puedan oír sus propios pensamientos, que no puedan ver su futuro. Un futuro en una habitación compartida con horario cuartelero y personas que deciden por ti hasta el menor de tus actos, con un presupuesto miserable y la visita, una vez al año, del concejal de turno. Salud.
Abel Ortiz

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